lunes, noviembre 30, 2009

TERESA VIEJO: La memoria del agua

La memoria del agua es la primera obra de ficción de la periodista Teresa Viejo, que nos sorprende con una historia de intriga, amor y pasión ambientada en los años veinte y treinta del siglo pasado, pero ubicada en un lugar que existió realmente: el balneario de La Isabela, en la provincia de Guadalajara, desaparecido a mediados del siglo XX bajo las aguas del pantano de Buendía. En este marco idílico, aunque no lo fue durante toda su historia, se desarrolla la vida de la familia Montemayor, cuya hija, Amada, se erige en protagonista de esta novela, al menos en gran parte de ella.

El Real Sitio de La Isabela fue creado en 1826 por Fernando VII, y recibió este nombre en honor a su esposa Isabel de Braganza. Muy pronto, gracias a la existencia de fuentes termales, se convirtió en un balneario de moda entre la alta burguesía de la zona, que acudía allí a curarse de multitud de dolencias. Mucho más tarde, durante la Guerra Civil, se convirtió en algo muy distinto, un hospital psiquiátrico, para pasar a dormir bajo las aguas del pantano desde marzo de 1955. Hoy en día, puesto que el nivel de las aguas ha bajado, es posible observar las ruinas de lo que en su tiempo fue uno de los centros de moda de la burguesía española, cuya fama permitió desarrollarse a su alrededor toda una red de casas y edificios relacionados con la actividad balneárica.

Fue una visita que la autora realizó a este lugar la que hizo que esta novela naciera en su cabeza. Es evidente que Teresa Viejo se ha documentado bien a la hora de escribir sobre este insólito refugio, aunque los personajes de la novela son en su mayoría inventados. Se trata de la historia de la familia Montemayor, una familia de burgueses que compró el balneario en los años 20 y lo llevó al cénit de su fama y prestigio. Pero la llamada maldición de La Isabela, como la conocian los vecinos, llevaría la ruina y la desgracia a quienes tanto esfuerzo emplearon en esta tarea (los Montemayor también son una invención de la autora).

El libro se divide en dos partes claramente diferenciadas. De hecho se pueden leer casi como dos libros distintos. La primera nos presenta una trama de intriga donde dos muertes, que rompen con la quietud tradicional del balneario, se convierten en el eje central de la historia. En esta primera parte la presencia de Amada es más bien testimonial, pues es aún una niña pequeña. Los verdaderos protagonistas son otros: el comisario que investiga el caso, Ginés Fuentes, el médico del balneario, Samuel Millares, y el dueño del lugar, Ernesto Montemayor. A su alrededor desfilan toda una caterva de personajes, a cada cual más pintoresco, algunos un tanto innecesarios según mi punto de vista, que dan vida al balneario y parecen vivir de espaldas a los trágicos sucesos que en él se desarrollan. Una vez aclarado el misterio, una serie de desgracias hacen que los Montemayor decidan deshacerse del balneario, terminando así con su periodo de prosperidad.

La segunda parte transcurre en su mayoría durante los turbulentos años treinta, teniendo como marco histórico la II República y la Guerra Civil. En estas páginas Amada pasa a convertirse en la protagonista indiscutida, pues realiza un viaje al que fue su hogar durante su infancia para encontrarlo completamente transformado, utilizado ahora como hospital psiquiátrico. Sin embargo, el viaje habrá merecido la pena porque algo que sucede en él cambiará su vida para siempre.

La novela se lee con interés, más en su segunda parte que en la primera. El resultado es pues algo desigual, porque parece como si ambas partes no tuvieran demasiada conexión entre sí. Los personajes aparecen bien dibujados, y la pluma de Teresa Viejo les brinda multitud de matices. Me ha gustado mucho su estilo, cuidado y trabajado, con mucha sensibilidad. Salvo algunos detalles sin demasiada importancia creo que la autora sale con muy buen pie de esta primera incursión en el mundo de la narrativa, y desde aquí solo me queda desearle una larga y prolífica carrera. No es una obra maestra, pero entretiene y deja buen sabor de boca. Y sobre todo está bien escrita, algo que, al menos esta servidora, agradece muchísimo cuando abre las páginas de un libro. Al fin y al cabo, se trata de disfrutar (o sentir más bien) con una historia y, al mismo tiempo, con la forma de narrarla. En eso consiste la buena literatura.

viernes, noviembre 20, 2009

ÁNGELA BECERRA: Ella, que todo lo tuvo

Pues aquí estoy de vuelta otra vez. Aún quedan unas semanas antes de que nazca la peque, y como ahora tengo un poco más de tiempo quería compartir con vosotros alguna reseña más antes de que se convierta en tarea imposible. Ya sabéis que si desaparezco de la noche a la mañana sin avisar, es que Nuria ha decidido al fin salir a explorar qué hay más allá de la tripa de su mami.

He estado leyendo la trilogía de Javier Marías de Tu rostro mañana, pero aún me queda el último volumen, así que ya la comentaré más adelante. Por ahora me quedo con la última novela que he leído y que he devorado en cuestión de días, Ella que todo lo tuvo, de una escritora a la que me apetecía asomarme, Ángela Becerra. He descubierto una forma de escribir muy hermosa, poética y sensual, que en este caso se pone por encima de la trama de la novela, más convencional quizás. La autora demuestra tener una sensibilidad extraordinaria a la hora de narrar una historia que, aunque previsible en su mayoría, no deja de encantar al lector con su derroche de palabras convenientemente escogidas.

La protagonista de la historia es Ella, una mujer que lo ha perdido todo en un fatal accidente de tráfico en el que viajaba con su marido y su hija. Ella es la única superviviente de la tragedia, y tras lo acaecido se convierte en una sombra de sí misma, una muerta en vida, incapaz de retomar las riendas de una existencia normal. Tras salir del hospital donde poco a poco se recupera de sus secuelas físicas, decide instalarse en un hotel de Florencia, ciudad donde conoció a su marido. Allí ocupará su tiempo en aprender a restaurar libros antiguos, como si esta tarea le ayudara a devolver en parte la vida a aquellos que aún la rondan como fantasmas. Por las tardes, Ella acude a una librería de viejo en la que el propietario, un hombre misterioso y frío, la observa en silencio mientras deambula entre las estanterías.

Antes de que la tragedia irrumpiese en su vida, Ella era escritora. Puesto que la inspiración parece haberse esfumado de su vida junto con las figuras de su marido y su hija, Ella decide inventarse un personaje en el que sumergirse unas cuantas horas al día para escapar de la oscuridad que la envuelve, La Donna di Lacrima, una mujer enigmática y muy sensual que recibe a hombres en un lujoso ático de la via Ghibellina, mostrándoles su desnudez pero siempre ocultando su identidad tras una máscara. La Donna di Lacrima permitirá a Ella convertirse en un personaje de ficción que pronto se hará famoso en toda Florencia.

Este es el hilo argumental sobre el que Ángela Becerra construye su novela. Sin embargo, como ya adelanté más arriba, es más la forma de escribir de la autora que la historia en sí la que nos atrapa como lectores. Es realmente una delicia dejarse acariciar por las palabras que pueblan estas páginas, absorbiendo la esencia de las mismas hasta imaginarnos en el frío invierno florentino, sumergidos en la lluvia y las brumas que rodean a Ella en su aventura italiana La ciudad se hace real en nuestras mentes de una manera muy vívida:

"Diez años después, volvía a la ciudad que idolatraba y que más le había dado. Firenze, una lágrima rodando lenta sobre un paisaje de tristeza. Los eternos cipreses desde los montes con sus miradas estoicas viendo pasar los siglos. Su aroma de pasado perenne, sus calles dormidas, exhaustas de turistas ebrios de arte; el duelo a muerte de campanas los domingos. Firenze, ventanas verdes gritando silencios y pasados, un canto de reflejos serpenteando húmedo en las aguas del Arno. Y Ella, más sola que siempre, que nunca."

Los personajes que rodean a Ella son tan enigmáticos como la propia Donna di Lacrima. El librero misterioso y un vagabundo filósofo que cada vez que habla ilumina nuestra mente con sus palabras son dos buenos ejemplos de ello: "Usted quiere creer que la vida es una sola cosa, un bloque entero que se inicia al nacer y acaba al morir, y es o bueno o malo, y hay unos seres a los que les toca lo bueno y otros a los que les corresponde lo malo, pero se equivoca. La vida está hecha de pedacitos sueltos de todos los colores. Cosas que vives, cosas que sueñas, un poco de lo que te dice el vecino, otro poco de lo que imaginas; un trozo de pizza, dos capuchinos, una caída y una canción; dos raticos de sol; uno de dolor, una zambullida en un mar calmo, una ola despistada que te eleva, otra que te hunde..."

El telón de fondo de la historia son al fin y al cabo los grandes temas de la literatura de todos los tiempos: el sufrimiento y el amor. Ella tendrá que bucear hasta su interior más profundo, luchar contra todos sus fantasmas y vencerlos, antes de salir a la superficie del abismo en el que vive y poder respirar de nuevo con libertad. Una lección de vida que todos debemos aprender.

"La única manera de vivir a plenitud es asumir lo que somos, independientemente de lo que los demás quieran que seamos."