viernes, octubre 31, 2008

Sicko, de Michael Moore

Me gusta Michael Moore. Me gusta su forma de denunciar los trapos sucios y los grandes problemas que afectan a la sociedad estadounidense. Bowling for Columbine me pareció un gran documental, arriesgado y veraz. Lo mismo me ocurrió con Fahrenheit 9/11. Y ahora he vuelto a sentir algo parecido con Sicko, la película donde Moore destapa la corrupción y las terribles prácticas de las compañías de seguros médicos de EEUU, a la vez que defiende la instauración de la sanidad pública como solución para los millones de personas que en ese país quedan fuera del sistema médico privado.
EEUU es un país de contrastes, y en este aspecto es quizás más evidente que en muchos otros. Es increíble que la mayoría de sus habitantes no dispongan de seguro médico. Que las facturas del hospital y de operaciones necesarias para salvar la vida arruinen a muchas familias. Que incluso aquellos "afortunados" que disfrutan de un seguro vean como cuando de verdad les hace falta el seguro busca cualquier excusa para no pagarles una operación que podría salvarles la vida. Que un hombre pierda dos dedos en un accidente y sólo pueda recuperar uno de ellos porque no puede pagarse los dos. Y que los responsables de esta barbaridad no dejen de tener beneficios (estas compañías presentan un nivel de ingresos que llega a resultar insultante) y estén utilizando parte de esas ganancias en sobornar a políticos para que el proyecto de una sanidad pública jamás vea luz verde.

En el documental Michael Moore vuelve sus ojos hacia algunos países que sí cuentan con un sistema sanitario estatal, y no duda en visitar sus hospitales y hablar con sus médicos para que los estadounidenses sean conscientes del abismo que les separa de otras naciones en este sentido. Pregunta a los pacientes cuánto pagan por cada noche de hospital, cuánto por cada consulta médica, si han tenido que esperar durante horas para ser atendidos. La respuesta es siempre negativa. Interroga a los médicos y se sorprende al averiguar que sus sueldos no están nada mal, que no viven en condiciones precarias y que no tienen que decirle "no" a un paciente porque no tenga dinero. El polémico director se pasea por Canadá, Francia y Gran Bretaña, pensando que no se vive mal en estos países, y que las estadísticas dicen que la esperanza de vida es mayor allí que en su país de origen. Y que ni franceses, canadienses ni británicos pagan más impuestos. Es sólo que estos se reparten mejor. Y que la sanidad es un derecho de todos sus ciudadanos, como lo es la educación. Y lo mejor es que -al menos por el momento- nadie se plantea que esto pueda desaparecer.

Michael Moore no visita España en su película. Quizás aquí se habría encontrado con un sistema con más problemas y carencias que el francés, pues todos sabemos que la Seguridad Social tiene que mejorar mucho y acabar de una vez con esos vicios adquiridos que la hacen lenta e ineficaz en muchas ocasiones. Pero cuando uno termina de ver Sicko, con una mezcla de emoción y rabia a la vez, no puede dejar de sentirse afortunado por vivir en un país donde algo tan básico como la salud está al alcance de la mano de todos sus habitantes; donde un médico no tiene que plantearse el no atender a un paciente por motivos económicos; donde al fin y al cabo se es más feliz. Porque si caer enfermo es un fastidio, y una tremenda desgracia cuando se trata de algo grave, imaginad lo que debe ser vivir con el miedo a que esa enfermedad se lleve por delante nuestros ahorros, nuestra casa y todo lo que tenemos. O algo aún peor, que no tengamos nada y la enfermedad sea una sentencia de muerte segura por la imposibilidad de ser tratada. Debe ser terrible vivir con esa espada de Damocles encima.

lunes, octubre 20, 2008

ENRIQUE VILA-MATAS: Exploradores del abismo

Tenía ganas de leer a Vila-Matas desde hace tiempo. He escuchado grandes elogios hacia su obra, aunque también críticas no muy favorecedoras. Me apetecía acercarme a ese universo tan personal que hace que algunos le adoren y otros no le soporten. Y elegí comenzar por este libro. La experiencia ha sido enriquecedora, aunque aún ando algo aturdida y con la impresión perenne de que no he llegado al final. Tengo la sensación (real) de que no he sabido desbrozar bien esta colección de cuentos y me he dejado cosas entre la maleza. Se me escapan muchos simbolismos, muchos significados ocultos. Pero a pesar de ello he caído rendida ante este autor que presenta muchas concomitancias con Auster, y que incluso llega a hacerlo aparecer (muy de pasada) en uno de los relatos que componen Exploradores del abismo.

Los protagonistas de esta inquietante colección de relatos tienen todos algo en común, pues se encuentran al filo del abismo, caminando justo en el borde que los separa de la locura y la sinrazón (aunque a veces caminen más dentro del abismo que fuera). Las propias circunstancias personales del autor explican la elección de estos personajes, pues el libro, como es bien conocido, fue escrito tras una larga convalecencia que tuvo confinado a Vila-Matas durante bastante tiempo. Estos seres al borde del abismo han heredado una fuerte impronta de esta experiencia, pues todos ellos parecen habitar a medias en la realidad y a medias en un mundo metaliterario donde nada es lo que parece.

Si tuviera que elegir los relatos más conseguidos, me quedaría con Así son los autistas, que empieza de manera casi desternillante (pocas veces me he reído sola con un libro, y esta ha sido una de ellas), para adentrarse después en vericuetos mucho más complejos sobre los misterios del comportamiento humano. En Fuera de aquí Vila-Matas rinde homenaje a Vasili Grossman y escribe un cuento ambientado en Rusia donde los personajes tienen nombres muy parecidos a los que desfilaran por las páginas de Vida y destino. Sin embargo, es el inquietante Porque ella no lo pidió el que se eleva por encima de los demás cuentos, por su trama, que se adentra en el juego de confusión entre novela y realidad que tanto nos gusta a algunos lectores, y porque escoge personajes reales que se convierten en protagonistas de una historia que (supongo) sólo estaba en la cabeza del autor. De todos, este es el relato de tintes más austerianos, y de hecho el mismo Auster aparece mencionado en él.

Estoy segura de que volveré a leer a Vila-Matas, porque me apetece adentrarme en su particular forma de escribir, en esas obsesiones que lo hacen distinguirse de otros escritores y crear un universo tan original. Es un viaje alucinante a lo más profundo de la ficción literaria y con un sentido del humor que me ha hecho reír. A todos los que os interese este libro, no puedo dejar de recomendaros la estupenda reseña que de él ha escrito el autor de un blog magnífico que he descubierto hace poco, El dormitorio de Maud, quien hace una disección completísima de la obra , demostrando ser un gran conocedor de la narrativa de este autor.

Para terminar, os dejo con unas palabras del propio Vila-Matas, cuando en una entrevista le preguntaron sobre cuáles eran los peligros más latentes en la vida del escritor:

"Ser excesivamente realista y quedarse solo. A veces a través de la ficción se dice la verdad y ahí viene el problema, nadie soporta que uno diga cosas que ha pensado, que aunque sean muy graves y peligrosas, ¿por qué no decirlas? Para eso estoy en la escritura, no simplemente para escribir luces e historias de amor.

Yo iba a titular mi primer libro, cuando tenia 22 años, Un lugar aparte. Me dijeron que no podía poner este titulo, que lo cambiara y me pusieron un titulo muy ridículo que no quiero ni citar. Pero mi primer libro era Un lugar aparte, que es quizá donde yo me situaría.

Pues bienvenido a ese lugar.

sábado, octubre 11, 2008

Una de cine

Como estos días ando algo apuradilla y sin demasiado tiempo para leer, os dejo unas cuantas recomendaciones cinematográficas de películas que me parecen muy interesantes, ahora que llega el mal tiempo y apetece más ir al cine.

La primera es Caramel, de Nadine Labaki, una coproducción francesa y libanesa que esconde una historia tan bella como delicada. Se trata de la relación entre un grupo de mujeres que trabajan en una peluquería de Beirut, y que tienen en su amistad el mejor apoyo para enfrentarse a las desilusiones a las que las vida nos lleva a veces de forma inevitable. Los personajes son ricos en matices, y la labor de los actores me parece magistral. La película se mueve entre lo dramático y lo cómico, llevando al espectador desde unas sensaciones a otras con gran fluidez. El tono en general es alegre, y junto a la exaltación de la amistad, se tratan temas como la homosexualidad, las relaciones extraconyugales, la falta de libertad que el Líbano sigue aún viviendo en algunos aspectos y el choque entre la mentalidad tradicional y la moderna que defienden los jóvenes. Es este quizás uno de los pilares de Caramel, que ofrece una imagen muy interesante de las mujeres libanesas. Estas se mueven entre sus deseos de libertad, de ser bellas y parecerlo (no en vano la acción transcurre en un salón de belleza), pero tienen que respetar ciertos convencionalismos sociales si quieren seguir adelante con su vida y ser aceptadas por los demás. Ciertamente, una película más que recomendable. No os la perdáis.Then she found me (desconozco cómo la han traducido al español) es una comedia romántica alejada del tópico de pastel infumable que muchas veces nos regala este género. El esquema sí es el habitual: chica encuentra a chico, chico se enfada con chica, y al final todo se olvida y acaban felizmente juntos. Pero durante el transcurso de esta aventura, una serie de acontecimientos complicarán considerablemente el anunciado final feliz. Lo mejor, los actores. Juzgad vosotros mismos: Helen Hunt, Colin Firth (soy una fan devota de este hombre, y en esta película es aún más adorable que en El diario de Bridget Jones), Bette Midler y Mathew Broderick. Humor inteligente, enredos y desenredos, y una interpretación muy acertada componen un todo ingenioso y divertido que resulta en pantalla. Además la película está dirigida por la mismísima Helen Hunt, y creo que sale más que airosa de esta tarea.

Y por último, como no podía ser menos, debo recomendaros encarecidamente que veáis la última de Woody Allen, uno de mis directores fetiche, al que me alegro de volver a ver en plena forma después de aquella Scoop que me decepcionó bastante. Vicky Cristina Barcelona me ha encandilado, por muchas razones. Los actores están soberbios. No sólo los consagrados, de los que el tándem Bardem-Cruz destacan por su fuerza y esa química que ya pudimos disfrutar en Jamón Jamón. Rebecca Hall, que interpreta a Vicky, está brillante, para mi gusto por encima de Scarlett Johanson, pues llena la pantalla con sus apariciones y contagia al espectador de sus dudas y sus neurosis, que podrían ser las propias de cualquiera de nosotros. El mensaje de la película, la moraleja, si puede llamarse así, es triste, demoledor incluso, pero está tan bien interpretada y el guión es tan ágil y cómico que uno cae en sus redes desde el primer minuto, lo que se hace más fácil aún al discurrir en escenarios tan familiares como Barcelona y Oviedo. Es el Woody Allen más cercano que quizás nunca hemos tenido. Eso sí, hay que intentar ver la película en versión original. El personaje encarnado por Penélope Cruz debe perder mucha fuerza en la versión doblada. Si no os da miedo el inglés, animaos. El resultado bien vale la pena.

jueves, octubre 02, 2008

PAUL AUSTER: Viajes por el Scriptorium

Este libro me ha dejado un sabor de boca agridulce. Aunque se reconoce el estilo de Auster en muchos aspectos del mismo, no es el tipo de historia a la que nos tiene acostumbrados. Confieso que, a medida que avanzaba en su lectura, echaba de menos ese Auster optimista que nos habla de personajes que, si bien comienzan siendo perdedores, acaban encontrando un resquicio de luz y un lugar en un mundo que en un momento dado les había cerrado sus puertas. Por el contrario, Viajes por el scriptorium es un libro más bien pesimista, claustrofóbico, en el que pueden hallarse muchas claves del universo austeriano, y en que el lector avezado de este autor encontrará un elenco que no le costará reconocer, compuesto por los personajes creados por Auster a lo largo de su trayectoria literaria.

Debo advertiros que es difícil comentar este libro sin "destripar" en cierto modo su final aunque éste puede ser más o menos previsible cuando aún faltan bastantes páginas para concluirlo.

Míster Blank, el protagonista de la historia, está encerrado en una habitación sin recordar absolutamente nada. Los objetos que le rodean tienen una serie de carteles donde se indica la denominación de los mismos. Lleva puesto un pijama y su percepción de la realidad se halla francamente mermada, pues piensa y actúa a cámara lenta, sin ser capaz de tomar decisiones ni de ejecutar movimientos de una manera ordenada. Sobre un escritorio, una pila de fotografías y documentos son su única llave hacia un pasado que siente pesado sobre sus hombros. Porque, a pesar de que sospecha que se está cometiendo una tremenda injusticia con él, no puede apartar de su persona un enorme sentimiento de culpa.

Míster Blank va a recibir de forma sucesiva la visita de una serie de personajes cuyos nombres nos resultan conocidos, pues han desfilado con anterioridad por otras obras del autor. No es difícil deducir que el propio Míster Blank es una trasposición del Auster escritor, en un estado algo deplorable y con los achaques propios de la edad anciana. Incluso los momentos "sexuales" que aparecen en la novela son en cierto modo patéticos, y nos muestran a alguien vencido por la edad y por las circunstancias, acosado por recuerdos que están ahí pero que él no es capaz de recomponer dentro de su cabeza.

Auster vuelve a jugar con la fantasía y la realidad al crear una trama que consigue atrapar al lector enfrentando al creador con sus criaturas, que han tomado las riendas de la acción para jugar con Míster Auster-Blank al juego del equívoco y el desconcierto. Como es habitual en él, el autor introduce una historia secundaria dentro de la historia principal que complica aún más el que parece ser un intrincado misterio, pero que al final resulta no serlo tanto.

Esta es la novela más extraña que he podido leer de Auster y, aunque no puedo decir que no me haya gustado, tampoco me ha entusiasmado en exceso. El personaje de Míster Blank es demasiado extraño, no resulta creíble, aunque no creo que en esta novela eso suponga un problema. Es una caricatura de sí mismo, y su comportamiento errático que en ocasiones podríamos tildar de obsceno, no me han convencido en absoluto. No sé muy bien qué es lo que Auster buscaba con este libro, pero a pesar de que ha conseguido una obra en parte bien resuelta y original, es a la vez tan extraña que durante su lectura es difícil sentir el regusto que nos brindan otras obras del autor. Aunque para gustos no hay nada escrito, yo me quedo con el Auster enamorado de Brooklyn y de la Trilogía de Nueva York, que tan buenos ratos me ha proporcionado en numerosas ocasiones. Esperemos que esta vena surrealista no le aparte de ese universo tan fascinante que sólo él es capaz de tejer.

Más reseñas de obras de Paul Auster:
- Leviatán
- Tombuctú
- La trilogía de Nueva York
- Brooklyn Follies