miércoles, septiembre 27, 2006

Cuentos españoles contemporáneos (1975-1992)

Últimamente me estoy aficionando al género de los cuentos. Aunque en general siempre me han gustado, es ahora cuando más tiempo estoy dedicando a su lectura. Y afortunadamente me estoy encontrando con auténticos descubrimientos. Primero ha sido Saki, un autor antes desconocido pero que no pude dejar de leer tras las recomendaciones de solodelibros, y ahora le ha tocado el turno a este volumen, que reúne a algunos de nuestros mejores escritores y editado por L.G.Martín. En él podemos encontrar relatos de Ignacio Martínez de Pisón, Vicente Molina Foix, Javier Marías, Javier Tomeo, Pedro Zarraluki, Manuel Vicent, Juan José Millás, Soledad Puértolas, Juan Eduardo Zúñiga, Álvaro Pombo, José María Merino y Luis Mateo Díez. El libro está además concebido para su utilización didáctica, pues incorpora prólogos, notas y actividades que pueden hacerlo muy útil para todo tipo de lectores.
En estas breves historias, apasionantes y sorprendentes, tenemos argumentos para todos los gustos. Por si fuera poco, la mayoría de estos cuentos cumplen ese requisito para mí fundamental de atrapar al lector desde el principio y transportarlo casi sin darse cuenta a un lugar y momentos determinados, junto a unos personajes algo extravagantes que pueden hacernos sonreír o estremecer. Elementos misteriosos y mágicos se mezclan en estos relatos, para darnos una sorpresa final que en algunos de ellos roza la brillantez .
Si tuviera que elegir algunos, me quedaría con Gualta, de J. Marías, sobre el tema recurrente del doble (todos nos hemos preguntado alguna vez si tendremos un doble en alguna parte del mundo, pero ¿qué ocurriría si un día nos lo encontrásemos y además no nos gustara su personalidad?); El espectro galante, de P. Zarraluki, divertido e irónico como ninguno; o Trastornos de carácter, de J.J. Millás, que nos lleva al mágico mundo de los armarios empotrados y sus poderes ocultos. Sin embargo, me ha sorprendido especialmente Las palabras del mundo, de J.M. Merino, un relato inquietante sobre la pérdida de nuestra capacidad para entender y producir palabras, una falta que conlleva sin duda la desaparición de uno de los rasgos que mejor nos definen como especie: la riqueza de nuestro lenguaje. Os incluyo uno de sus fragmentos más bellos:
"Sintiéndose envuelto en un silencio doblemente angustioso, el profesor Souto aventuraba que las palabras, elemento fundamental que la especie humana ha construido para comunicarse, sobreviven solamente por un permanente y violento esfuerzo de la memoria, mantenido sin desfallecimiento en lo más íntimo de cada ser desde que va conociendo los primeros rudimentos de la lengua. Un desmayo de esa secreta voluntad y el súbito olvido hará que todo el gigantesco castillo de las palabras, artificioso, ficticio, pierda su imposible coherencia y se desmorone. Sin duda -decía- era eso lo que a él le había sucedido: había dejado de esforzarse, en lo más íntimo de sí mismo, en el fondo de su ánimo, por recordar y coordinar algo tan ajeno como los ruidos del habla, que sólo pertenecían al territorio irracional de los sonidos naturales, como el murmullo de las fuentes, el restallido del trueno o el rugir de los motores."
Habrá que seguir esforzándose en no olvidar. ¿Qué sería de un mundo sin palabras?

jueves, septiembre 21, 2006

Ojo por ojo

Leo en El País de hoy que existe una página web donde todo el mundo puede leer las últimas palabras de los condenados a muerte en el estado de Texas (www.tdcj.state.tx.us), donde desde 1982 ya son 376 los prisioneros que han sido ejecutados. El último de ellos, un varón negro de 43 años, fue ajusticiado el pasado mes de septiembre.En el citado artículo aparecen fragmentos de las últimas palabras que algunos de los presos condenados pudieron formular instantes antes de morir. Transcribo aquí uno de ellos que me ha parecido especialmente revelador:
NAPOLEON BEAZLEY
Ejecutado el 28 de mayo de 2002. Edad: 25 años. Edad cuando cometió el crimen: 17 años. Raza: blanca. Crimen: asesinato.
Últimas palabras:
"El acto que cometí y por el que estoy aquí no fue sólo atroz, sino algo sin sentido. Pero la persona que cometió ese acto no sigue aquí. Yo sí estoy. No voy a luchar físicamente ni poner ninguna resistencia. No voy a gritar, ni a blasfemar, ni a amenazar frívolamente. Sin embargo, entended que no estoy sólo disgustado, sino entristecido por todo lo que va a suceder esta noche aquí. No sólo entristecido, sino decepcionado porque un sistema que, se supone, está para proteger y defender lo que es justo, puede parecerse tanto a mí cuando cometí el mismo vergonzoso error. Si alguien intentara animar a alguien a cometer un asesinato yo gritaría un sonoro: '¡No!' Y les diría que les concedieran el bien que a mí no me han dado, que es una segunda oportunidad. Siento mucho estar aquí, y siento que todos ustedes estén aquí también. Siento que muriera John Luttig. Y siento que algo en mí produjera que todo esto empezara. Esta noche diremos al mundo que no hay segundas oportunidades a los ojos de la justicia. Esta noche diremos a nuestros hijos que en algunas circunstancias, en algunos casos, matar está bien. (...) Hay muchos hombres como yo en el pabellón de la muerte -buenos hombres- que cayeron en las mismas equivocadas emociones. Dad a esos hombres la oportunidad de hacer lo que está bien. Dadles la ocasión de corregir sus errores. El problema no es que falte gente dispuesta a ayudarles, sino que el sistema mismo les está diciendo que no importa. Nadie gana esta noche. Nadie sale victorioso.".
¿Qué más se puede decir? ¿Existe castigo más absurdo e inútil que este? ¿Y más inhumano?

domingo, septiembre 17, 2006

MELANIA G. MAZZUCCO: Vita

Nunca había leído un libro como Vita. Es a la vez una novela y la historia real de la familia de la propia autora, que a través de diversas fuentes (archivos, correspondencia privada, entrevistas personales) reconstruye la odisea americana de su abuelo Diamante y de Vita, una niña que durante un tiempo estuvo destinada a ser su abuela. Vita y Diamante llegan a Nueva York procedentes de Italia a principios del siglo XX. Tras someterse a los exhaustivos controles de inmigración de la isla de Ellis, antesala de la gran manzana, pasarán a formar parte de esa masa desposeída e infravalorada que eran los inmigrantes italianos, cuyas huellas aún perduran hoy en la parte de Nueva York conocida como Little Italy. La vida de ambos será extremadamente dura, pues conocerán la miseria, el hambre y la traición desde muy pequeños. A su alrededor deambulan una serie de personajes que poco a poco se nos van haciendo familiares y cercanos, cada uno con sus propias miserias y secretos: el gigante Rocco, el débil Nicola (más conocido por su triste apodo, Coca-Cola), el trabajador Geremías, el dominante Agnello... Vita y Diamante descubrirán la ciudad juntos, y entre ambos surgirá un profundo amor que el tiempo demostrará imposible. Vita representa el sueño americano coronado por el éxito, pues acabará instalándose en América y será una mujer rica, aunque para ello tendrá que pagar un alto precio. En cambio Diamante es el inmigrante fracasado, que no logra aclimatarse a su nuevo destino, y que finalmente optará por volver a su tierra y rehacer allí una vida en la que su amada Vita ya no tiene cabida. La autora juega con la imaginación a la hora de recrear la relación entre ambos protagonistas, a la vez que relata la existencia de otros de los personajes antes mencionados. En todo momento deja claro qué hay de fidedigno en sus palabras, mencionando la fuente de información correspondiente. Entre ellas encontramos los archivos parroquiales de Tufo, la aldea de la que parten Vita y Diamante; los propios archivos de la isla de Ellis y de varias instituciones de Nueva York; cartas personales entre miembros de su familia; entrevistas y recuerdos, sobre todo los de su propio padre, Roberto, el hijo de Diamante y de otra mujer que al final no fue Vita... El conjunto le sirve a Mazzucco para reconstruir una bella historia de búsqueda y encuentro, en la que se muestran de forma muy realista las condiciones de vida a las que tenían que enfrentarse los miles de inmigrantes que llegaban en aquella época a Nueva York. El libro alberga momentos mágicos, que literalmente arrastran al lector, como la escalada al edificio en construcción del New York Times en plena noche o el momento en que Diamante tiene que desenterrar un cadáver para demostrar su propia valía ante Rocco. Pero me ha gustado especialmente la recreación de esa realidad tan cercana que constituye la inmigración, en un momento en que son miles las personas que persiguen el mismo sueño a las puertas de Europa. Para Vita y Diamante el sueño era América, la entrada la isla de Ellis; para nuestros inmigrantes el anhelo es un continente más cercano, con unas fronteras cada vez más herméticas. Es quizás el aspecto más sobrecogedor del libro. La certeza de que muy cerca, casi a nuestro lado, miles de Vitas y Diamantes siguen soñando con una vida mejor que la que la fortuna -la mala, en este caso- les ha deparado. Como la misma autora dice, "pertenecemos menos al lugar de donde venimos que a aquel al que queremos ir."

miércoles, septiembre 13, 2006

Vuelta al cole


¿Recordáis los nervios que se pasaban cuando el verano terminaba y había que volver al colegio? Era una mezcla de temor y ansiedad, pero también la alegría de volver a ver a los amigos, de conocer gente nueva, de averiguar qué profesores tocaban ese curso... Hoy lo sigo viviendo de forma parecida, aunque desde el otro lado. Mucha gente cree que los profesores somos tan profesionales que no experimentamos esas sensaciones después de tantos años. Que llegamos el primer día de clase y cogemos la tiza como si nada. Que no nos fijamos en nuestros nuevos alumnos, ni nos preguntamos cómo encajará Sonia en este grupo, o como le sentará la repetición de curso a Pedro, o quién será este año el graciosillo de la clase de 3ºA. Bien, la que esto escribe no es que lleve media vida en la docencia, pero ya van para casi diez años. Y los comienzos de curso me siguen asustando e ilusionando por igual. Es cierto que da pereza, se acaban las vacaciones, y pasamos de la tranquilidad hogareña a unas aulas normalmente sobrecargadas de adolescentes con ganas de todo menos de dar clase. Ese primer contacto, hasta que vas conociendo a los alumnos y averiguas de qué pie cojea cada uno, da un poco de miedo. Pero es asombroso como esos nervios del principio desaparecen en pocos días, como por arte de magia, a medida que vamos descubriendo sus personalidades e inquietudes. En poco tiempo, y salvo casos contados, el acto de enseñar y trabajar con ellos se vuelve tan cotidiano como sorprendente, llenándose de momentos mágicos que brillan con luz propia en jornadas que suelen ser agotadoras, por la atención y el estrés que conllevan.Estos días en que se prepara el nuevo curso, he vuelto a experimentar esas sensaciones tan familiares. Mi nudo en el estómago tiene que coexistir con mi alegría mal disimulada de volver a ver a mis niños del curso pasado y mi curiosidad por conocer a los nuevos. Y por supuesto con mi pereza por recomenzar otra vez el ciclo de los nueve meses lectivos (que en realidad trabajamos más, que lo de los tres meses de vacaciones es una especie de leyenda urbana, sobre todo si estás en un equipo directivo como es mi caso).Sé que este blog trata especialmente de literatura, pero hoy quería compartir estas sensaciones con vosotros. Porque a mis 32 años yo también vuelvo al cole :-)

miércoles, septiembre 06, 2006

Pasaba por aquí...

Desde que he empezado a trabajar, el ritmo de mis lecturas se ha desacelerado bastante. Siempre me ocurre lo mismo. Durante el verano, me paso las horas perdida entre libros literalmente, sin llegar casi nunca a aburrirme, aunque algún que otro escritor me haya desesperado en un momento dado. Abrir un libro nuevo supone para mí un descubrimiento, acercarse a algo que puede o no gustarme, pero que sin duda alguna no me dejará indiferente y pasará a formar parte de mí misma. Leer con esa intensidad es lo que más echo de menos cuando vuelvo al trabajo, porque el cansancio, el preparar clases y corregir (soy profesora de Historia en Secundaria) me impiden sumergirme en los libros de la misma forma, y tengo que conformarme con unas migajillas de mi tiempo. Por ello, y porque al libro que estoy leyendo aún le quedan unas cuantas páginas para que pueda hacer mi reseña, y porque tenía ganas de escribir alguna tontería en mi blog, me he dejado caer hoy por aquí, para mandaros un saludo a todos los que habéis hecho algún comentario y me habéis animado con vuestros ánimos y cumplidos. En este breve espacio de tiempo he descubierto algunos blogs fascinantes, algunos de los cuales ya están incluidos como enlaces y entre mis favoritos. Me siento afortunada por haber encontrado un huequito en una comunidad de personas que compartimos un mismo vicio confesable: leer, leer, y no parar nunca de hacerlo.Pues lo dicho, un saludo y hasta pronto.